Los perseguidos by Fernando Benzo

Los perseguidos by Fernando Benzo

autor:Fernando Benzo [Benzo, Fernando]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2023-08-27T00:00:00+00:00


Alejandro Varona era un abogado de presencia imponente. Alto, corpulento, con una gran cabeza con una tupida cabellera blanca que le daba un aire leonino, ojos saltones azul oscuro, voz de barítono enfadado, vestido siempre con trajes de raya diplomática hechos a medida, corbata de nudo grande y prominente y camisas de puños anchos con aparatosos gemelos. Era un castellano recio, de carácter agrio y trato brusco. Le gustaba jactarse de no tener amigos. Para él las personas solo encajaban en tres categorías posibles: enemigos, aliados o despreciables. Y no era difícil que te pasara de una a otra según te resistieses a cumplir su voluntad, te plegases sin rechistar a sus deseos o dejase de interesarle tu existencia. Era servicial con los poderosos y tirano con los débiles. Nadie le quería ni él necesitaba que le quisiesen. Solo había tres cosas que de verdad le importaban: su madre, su colección de pintura y una casa de campo de cierta prestancia en los montes de Toledo que había pertenecido a las tres últimas generaciones de su familia.

En aquella casa fue donde Dardo y yo le vimos llorar.

Virginia le pidió ayuda a Dardo. Le aseguró que solo lo hacía porque no se le ocurría otra alternativa. Como le dijo, hay cosas que uno solamente hace por sus padres. Virginia mantenía una relación precaria con los suyos desde que les anunciara que dejaba la casa familiar de La Moraleja para irse a vivir con Dardo. Ellos habían seguido sin querer conocerle. Habían confiado en que aquel empeño de la niña en ennoviarse con un tipejo barriobajero se le acabaría pasando. Según fue transcurriendo el tiempo, en lugar de aceptarlo cada vez habían mostrado menos comprensión con aquella fijación de su hija por seguir adelante con ese amorío que echaba por tierra todo lo que habían soñado para ella. Tras la marcha de Virginia la madre se esforzaba por no perder el débil vínculo que aún mantenían y que solo consistía en esporádicas llamadas telefónicas. El padre, en cambio, se había enrocado negándose a tener cualquier trato con ella. Roberto Ginés, el padre de Virginia, era un hombre simple, un tipo de origen humilde al que ni el éxito ni el dinero le habían hecho abandonar los rígidos principios que habían regido su vida. A un hombre que se precie de serlo, le gustaba repetir, le basta con defender muy poquitas cosas: la familia, la honradez y el esfuerzo. Eso había hecho él y así había convertido la modesta empresa de reformas que había heredado de su padre en una próspera constructora. Pero, ahora, tras toda una vida cumpliendo aquella máxima, la recompensa final era que su empresa constructora había iniciado un declive que la situaba cercana a la bancarrota y que su única hija había dinamitado la familia para irse a vivir con un tipo que solo era un pelanas o algo aún peor.

Cuando Virginia se enteró, por su madre, de lo de la crisis de la empresa, superó cualquier reparo y le pidió ayuda a Dardo.



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